El camino hacia Artesia desde Las Cruces, Nuevo México, es un pintoresco viaje de tres horas a través de dunas de arena blanca, cadenas de montañas heladas, de niebla, ya a través de pampas planos, salpicadas de plantas de yuca. Artesia, en sí, es un pueblo polvoriento de unas 11.000 personas, en su mayoría agricultores, ganaderos y trabajadores de los pozos petroleros y las refinerías locales.